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Historiadores
sin fronteras
Miquel Izard Universitat de Barcelona Vamos a andar
Promesas del liberalismo han evidenciado ser pura utopía,
la igualdad está cada vez más desequilibrada, la fraternidad
brilla por su ausencia y encerraron la libertad; incluso me malicio que
el sistema capaz anda en plena demencia senil o dando sus últimos
estertores.
con todas las banderas trenzadas de manera que no haya soledad. Silvio Rodríguez De pústulas actuales y crecientes evocaría la violencia, la estatal por encima de todo, el abismo entre pocas fortunas enormes y millones de gentes condenadas al hambre o la insolidaridad como eje de la nueva moral. Y recordaría que todo ello empezó hace 504 años, se aceleró con el liberalismo y se ha desbordado con el neoliberalismo. Deberíamos denunciar lo que ocurrió
y desenmascarar los intentos de camuflarlo o ningunearlo por parte de quienes,
meros sacralizadores del poder, ensayan darnos gato por liebre, mediante,
pongo por caso, las exposiciones dedicadas a García Lorca o Felipe
II.
Peleles, marionetas y títeres
El gobierno de Belgrado cometió otra masacre, esta vez contra albaneses de Kosovo y lo niegan historiadores que se autoproclaman progresistas como hicieron con el holocausto de Bosnia o con crímenes perpetrados por Stalin. El parecer de los Castro recibiendo a Wojtyla supuso indignación y rasgarse las vestiduras de políticos o historiadores oficiales. Fidel evocó el cariz de la colonización castellana y Raúl sugirió levantar un monumento a los 300 000 cubanos (20% de la población) asesinados en campos de concentación. El País reproducía parecer del arzobispo de Sevilla, "Lo que molesta es el desconocimiento de la historia", o citaba "Críticas españolas a la visión castrista de la colonización", señalado "El discurso [...] no ha gustado nada en España [...]. Matutes, cree que la labor española en América 'merece un juicio histórico más positivo', sobre todo en lo referente a la 'educación y la evangelización'. Algunos historiadores de prestigio están de acuerdo. Javier Tusell cree que este tipo de críticas carecen de sentido histórico. La historia que ha contado Castro no es real, es una manipulación. Otros dos historiadores apoyan esta tesis. [...] Luis Navarro García, también catedrático de Historia de América en la Universidad de Sevilla, es rotundo: 'Fue un discurso impertinente, inoportuno y chocante'". Sólo una carta al director de Sánchez Ferlosio, denunciaba el talante de la gesta. Moreno Fraginals nos pasmó con "El genocidio de las verdades", sobre la "breve diatriba antiespañola pronunciada por el comandante Castro Ruz [...]. Es obvio que en una argumentación política se recurre a la mentira cuando la verdad es contraria a los hechos a demostrar y no es útil a los fines perseguidos. Presentar la historia de la conquista de América como un 'genocidio' de 70 millones de indios, es decir, muchísimos más millones que el total de habitantes por entonces exis tentes en América es algo más que una falsedad histórica o un error demográfico". Y la escalada llegó el zenit con, "Mover el alfil", editorial que rezaba "Manipulando la historia, Fidel Castro, en sus discursos ante el Papa, y su hermano Raúl, después, al proponer elevar un monu mento a las víctimas 'del genocidio español', están inventando una bandera contra el 'colonialismo español' en provecho propio". Es notorio ser más fácil atrapar a un embustero que a un ladrón; meses después la editorial del mismo periódico nos sorprendió con otra obra, para mí extraordinaria, de Javier Reverte, libro de viajes, pero también testimonio desmitificador de, entre otras muchas cosas, las mil y una fechorías de las colonizaciones, holandesa, inglesa o belga y detallaba cómo Londres, para liquidar la revuelta boer, copió la citada táctica de campos de exterminio para población civil ejecutada en Cuba por el general español Weyler. Mientras en la exposición "Cuba 100 anys de fotografia" organizada, en colaborción con el Ayuntamiento de Barcelona, con motivo de la inauguración de otro Fnac, hay documentos gráficos de niños victimas de la canallada. A raíz del proceso judicial abierto por el juez Garzón a Pinochet, miembros de la cúpula de la fiscalía española, fingiendo defender al dictador de Chile, se estaban autosalvaguardando en realidad por su innegable, de ellos y del gobierno que los nombró, pasado franquista. El listado, por desgracia, debería ponerse al día sin cesar, el folletín de Pinochet ha servido, como mínimo, para clarificar de nuevo, aunque no hiciera falta, la posición de cada quien en este sainete del fin del milenio y demasiados políticos se retrataron; el cada vez más patético e inefable Felipe González, sin ir más lejos, que motivó satíricas y airadas alusiones de Rosa Montero o Maruja Torres y un suscinto y preciso artículo, "La fractura y el rencor en Chile" del celebre novelista Luis Sepulveda. Meses después fue de agradecer la coherencia de Roma al interceder por el dictador asesino. Por cierto, según El País, "en los fundamentos jurídicos del auto, en el que se propone al Gobierno que solicite la extradición, señala Garzón que Pinochet actuó de acuerdo con el plan previamente diseñado de eliminación selectiva y sistemática de opositores políticos, segmen tos o sectores del grupo nacional chileno, grupos étnicos o religiosos, con el fin de eliminar cualquier discrepancia ideológica y purificar el sistema de vida chileno atacando aquellos que difundían posturas políticas socialistas o comunistas (marxistas) como también a los simplemente discrepantes". Lo que, dicho sea de paso, habría así mismo implicado a todos los monarcas españoles a partir de los bien llamados reyes católicos, cambiando sólo gentilicios y calificativos, pues son culpables del genocidio de los nativos americanos y a través de la inquisición exterminaron a los estigmatizados, gitanos, judíos o heterodoxos cristianos y a cualquier tipo de diferentes, tachados de brujas, homosexuales o satánicos. Para conmemorar el cuarto centenario de la muerte de Felipe II han proliferado estudios, publicaciones y la correspondiente exposición organizada por el gobierno español. Si como enfatizó Tzvetan Todorov de escritos del Almirante "nos damos cuenta de que esas observaciones proporcionan más datos sobre Colón que sobre los indios", igual sucede con las efemérides que dicen más sobre los promotores que sobre los homenajeados. El fasto oficial se inclina sin pudor alguno por uno de los alegatos opuestos, Manuel Fernández Alvarez, especialista de la Universidad de Salamanca dijo, "se intenta maquillar los aspectos más sombríos de la política de un rey que prefirió la represión brutal de cualquier disidencia antes que la negociación [...]. Y como eje de su conducta, [tuvo] siempre el dogma religioso [...]. Felipe II ordenó quemar papeles para que la historia no descubriera la verdad". Mientras para Salvador Sánchez Fuster, "Ofrece una visión [...] con sus luces y sus sombras, aunque las luces aparecen con todo su esplendor y las sombras tan difuminadas que casi desaparecen [...]. Lo conflictivo se soslaya o se carga al debe de otro [...]. La última y más manida de las justificaciones es «En todas partes se hacía lo mismo»". Insistiendo sobre la dicotomía basta tener presentes los ensayos de dos eruditos forasteros, Geoffrey Parker y Henry Kamen que contrastaron pareceres en debate organizado por la Fundación Marañón. El segundo, teniendo en cuenta la que llamó mala prensa del monarca dijo, "Sorprende descubrir que la verdad es todo lo contrario, era al revés"; y a mí me asombra que un mortal sea capaz de conocer la verdad sobre acontecimientos del pasado. Más allá mentó su "profunda religiosidad", olvidando la estrecha vinculación entre corona e inquisición, negó hubiera relación entre "imperialismo" y "mesianismo" y sostuvo "El imperio español era el más grande jamás conocido, pero no estaba basado en la conquista, en ningún momento se utilizó un Ejército, no hubo un sólo soldado español en América [sic]" o "Veo al rey como víctima, no como agresor". Para Parker, por su parte, la "confianza en que Dios estaba de su lado condujo su política a una cierta inflexibilidad muy negativa [...] el balance global fue negativo y él lo sabía y, por ello, pasó la mayor parte de su vida atormentado. El clima de providencialismo divino dominaba en su corte. El concepto adecuado es imperialismo mesiánico. El rey creía que su voluntad coincidía con la de Dios". Dos días después, al presentar éste último su libro, La gran estrategia de Felipe II, se sorprendió "de la mejora que ha sufrido la imágen del llamado rey prudente en los últimos años [lo que] atribuye [...] a las tendencias conservadoras de la política española". Lo que sería una prueba más, si es que hacía falta, de la subordinación orweliana de la historia al gobierno de turno. Tengo estos exabruptos, eje central del discurso nacionalista, por Historia Sagrada (en adelante HS), dado el cariz taumatúrgico endosado al devenir de un país; se sostiene que sus conquistadores en vez de matar, violar y saquear, civilizaban, pacificaban y poblaban; que sus reyes o políticos, ejemplares, honestos e íntegros, gobiernan en beneficio de todos; que sus curas, cúmulos de virtudes, se desviven por la salud espiritual del rebaño; que sus creencias son una religión fren te a las de los otros, meras sectas paganas; que su arte es exquisito, su ciencia exacta o su técnicas superiores. La HS inventa, además, antagonismos descomunales e infinitos: las clases explotadas son estúpidas y carecen de programa, los colonizados eran salvajes y/o caníbales, los enemigos nacionales detentan cualidades antagónicas a las propias. El atropello no lo perpetran sólo pontífices del embeleco, también los políticos manipulan el ayer; para solemnizar el centenario del 98, recurrieron a sus historiadores áulicos que han corroborado ser poca cosa más que la voz de su amo; o, el sarcasmo de la justicia británica, demuestra tener poco que ver con la equidad. Pero más agradezco, como historiador, la coherencia de Jordi Pujol. El jefe del gobierno catalán, tras provocador despropósito sobre nacionalismo, se apresuró a figurar en el aniversario de la Hispanidad, de la que vale la pena recordar su filiación. La salida fue de Ramiro de Maeztu - precursor y maestro de la Nueva España, muy vinculado a Acción Española, apologista de Hitler y conspirador con los militares del 18 de julio de 1936 -, que inspirado en el cura Vizcarra, la explicitó en Defensa de la Hispanidad (1934); enloquecido panfleto, lío fantasioso y reaccionario, pieza notable de la que llamo Leyenda apologética y legitimadora de la agresión [para ellos gesta] a América (Lal) y lo acompaña la Apología de la Hispanidad, de Gomá y Tomás, arzobispo de Toledo y primado de España, predicada en Buenos Aires en el Congreso Eucarístico; que, por si quedaba alguna duda y hablando de la proclamación de la II república, suelta "cuando los pueblos europeos empiezan a resurgir de sus ruinas, nosotros hemos cometido la locura de entrar en el mar agitado de una revolución que pudo ser una esperanza, pero que de hecho ha sido la vorágine en que pueden hundirse los valores más sustantivos de nuestra Historia: el sentido religioso, el de justicia que sobre él se asienta [...]; el culto a la autoridad por los de abajo y el sentido de paternidad en los de arriba; la hidalguía, la fidelidad, todo aquello, en fin, que constituyó el patrimonio espiritual de España en los siglos pasados" (342). Maeztu, primero, juega con un equívoco usado por otros colegas, "Si nos creemos inferiores a otros pueblos, es por ignorancia de nuestra Historia" (209), lo que, me malicio, puede deberse a que no se conoce o a que no se traga. Luego explota el panegírico, "Nuestro pueblo sigue siendo uno de los mejores de la tierra" o "El mundo no ha concebi do ideal más elevado que el de la Hispanidad", lo que se mezcla con falsas muestras de modestia, "los españoles no nos hemos creído nunca superiores" (297, 302 y 83). Y Gomà citando otras colonizaciones y la crítica del cura Vermeersch a la belga, dice "nosotros encontramos una América idólatra y bárbara y se la entregamos, entre dolores de alum bramiento, a la civilización y a Dios" (341). Según Maeztu, providencial, teológico y chauvinista, acerrimo defensor de Isabel la bien llamada católica, la Inquisición o Felipe II, "No hay en la Historia universal obra comparable a la realizada por España, porque hemos incorporado a la civilización cristiana a todas las razas que estuvieron bajo nuestra influencia" (115) o "estamos ciertos de que no ha habido un propósito tan generoso como el que animó a la Hispanidad. No cabe ni comparación posible entre el sueño imperial de España y el de cualquier otro país" (290). Y, un catecismo colonial, la Lal, racista y etnocéntrica, rebosa fábulas, hipérboles y mentiras. Reconoce excesos pero usa el botafumeiro mentando un código inoperante que ya sabemos "se acataba pero no se cumplía": "Y es verdad que los abusos fueron muchos y grandes; pero ninguna legislación colonial extranjera es comparable a nuestras leyes de Indias. Por ellas se prohibió la esclavitud, se proclamó la libertad de los indios, se les prohibió hacerse la guerra, se les brindó la amistad de los españoles, se reglamentó el régimen de Encomienda para castigar los abusos de los encomenderos, se estatuyó la instrucción y adoctrinamiento de los indios como principal fin e intento de los Reyes de España [...] y se transformó la conquista de América en difusión del espíritu cristiano" (82). En un sólo parrafo puede sintetizar esta manía, "Toda España es misionera en el siglo XVI" (124); o Gomá encubrir la violación por sistema, "España hizo con los aborígenes lo que ninguna nación del mundo hiciera con los pueblos conquistados: cohibir el embarque de españolas solteras para que el es pañol casara con mujeres indígenas, naciendo así la raza criolla" (321). Cualquiera osa manosear la supuesta ciencia; ingresar Hungría Polonia y República Checa en la OTAN lo ha calificado Javier Solana, su secretario general, de "triunfo de la justicia sobre la historia". Algunas vestales de la HS forman el grupo de los paisanos, con voz y voto en El País; pontifican sobre lo que ellos tienen por historia o sobre la actualidad, desde una vertiente supuestamente progresista y elaboran dogma nacionalista, así Fusi y Palafox, para citar un caso de la hispánica, opinan en España: 1808-1996. El desafío de la modernidad, que ésta no era un anacronismo a finales del 19, sino, al contrario, un estado parangonable a nivel político, económico o social a otros países occidentales. Superchería sólo equiparable a la perpetrada por la HS y nacionalista catalana. Peculiaridades y faenar de tantos colegas que he pormenorizado ayudarían a comprender el descrédito de la historia y el escepticismo frente a la producción académica. Haro Tecglen, a quien admiro y leo con placer, dice en nota "Que paren" sobre la decisión del papa de pedir perdón por los crímenes de la inquisición tras señalar que aquél no está muy por la tarea que "Ha encargado un informe a sus historiado res, para que mantengan la idea de que el crimen, la tortura, el expolio, la persecución y la puesta en fuga de millones de desgraciados hay que colocarlas dentro de la violencia de su tiempo. Dirán lo que quieran: no me lo voy a creer. No creo en general a los historiadores". Tras denun ciar la manida coartada, como si a finales del 19 no se perpetraran similares canalladas, insiste en su desconfianza, "Creo a los historia dores de los otros, de las víctimas; y a los archivos del Santo Oficio, y a las transmisiones verbales, familiares"; y enfatiza, "Aquella época fue en España tan bárbara como la de la Alemania de Hitler, o más. Creo que el conjunto de reyes, aristócratas, guerreros y ecelsiásticos desde la Reconquista hasta 1975 fueron la peor máquina de eliminar pensa mientos que no fueran de los suyos [...] y evitar que cundieran durante muchos años ideas libres entre los españoles. [...] Trabajó la Inquisición hasta los últimos fusilamientos de la posguerra [...]. No quiero que pidan perdón: quiero que paren. Quiero que paren ya con el infierno y las penitencias, con el purgatorio y con el cielo". Para Francesc de Carreras, catedrático de la UAB, "el dogma al que nadie escapa es que Cataluña es el producto exclusivo de su pasado histórico. Este pasado puede ser tan remoto como Carlomagno, Guifré el Pilós o el Comte Borrell, o tan próximo como Macià, Companys o Tarradellas, pero siempre la historia - convenientemente manipulada por supuesto - posee la llave que permite encontrar la solución adecua da. Y esta solución siempre es la misma: lo que necesita Cataluña es más poder, más competencias, más soberanía, la soberanía". Para Poper, 1945, "La historia del poder político ha sido elevada a la categoría de historia universal. Pero esto es, creo, una ofensa contra cualquier concepción decente del género humano y equivale casi a tratar la historia del peculado, del robo y del envenenamiento, como la historia de la humanidad. En efecto, la historia del poder político no es sino la historia de la delincuencia internacional y del asesinato en masa (incluyendo, sin embargo, algunas de las tentativas para suprimir lo). Esta historia se enseña en las escuelas y se exalta a la jerarquía de héroes a algunos de los mayores criminales del género humano". Sacralizadores, críticos
y sacrílegos
El fraude puede ceñirse al ámbito académico o pasarse en la loa; es sabido que se ha intentado, de forma insistente, la beatificación de la reina Isabel y en 1992, uno de sus mayores adalides, el claretiano Anastasio Gutiérrez, habría declarado, "Tengo miedo de que se retrase el proceso, porque la oposición y el furor de los enemigos de España es enorme" y de la reina enfatizaba, "No ha pasado por el mundo mujer más grande que Isabel la Católica, después de la madre de Dios". En el medio escolar, la corriente reaccionaria usa los mismos artificios que la que se tiene por antagónica. Hay demasiados casos y me limitaré a recordar un trabajo reciente de la variante opusdeística, La Inquisición española, de Beatriz Comella, minimizando el porcentaje de penas capitales aplicadas sobre el total de encausados, como si tuviera algún alcance, pues más de ninguno habría sido demasiado e, insisto, diría que lo trascendente fue el ambiente represivo, estremecedor e irrespi rable, creado por el Tribunal; Comella añade que éste evitó a España guerras de religión, desdeñando el previo exterminio de disidentes y heterodoxos propios y la vasta contribución española, directa o no, en las europeas. También académicos progresistas exaltan y aclaman el poder, de forma descarada o enmascarada. Roberto A. Ferrero, historiador y ensayista cordobés por citar un sólo caso, justifica el exterminio de gauchos y nativos. "Eramos un país violento y de aquella violencia participaban todos, indios y blancos, civiles y militares. [...] Aunque estas tribus realizaban un mínimo de tareas agrícolas, en realidad la base de su economía eran el abigeato y la comercialización de la hacienda robada. [...] Los ganados robados por docenas de millares a los esforzados criadores criollos de la frontera eran engordados en sitios especiales [...] y luego conducidos [...] hasta la frontera con Chile, en donde eran vendidos. [nativos, llegados de Chile en el XVIII] ni hacían producir a la pampa ni dejaban que otros lo hicieran [...]. La pampa y la Patagonia no tenían como propietarios exclusivos a los indígenas: ellas eran de todos los argentinos, indios y criollos o hijos de inmigrantes, de los que la ocupaban y de los que esperaban. [...] La conquista del Desierto era una necesidad histórica. [...] las expediciones de Roca y sus hombres se encuentran históricamente justificadas. La Conquista era necesaria. No, por supuesto, los abusos contra los vencidos que siguie ron a ella. [... la oligarquía fue la gran beneficiaria del proceso, pero] esta situación - que llega hasta hoy - no autoriza repudios ridículos, como los propuestos por los indigenistas extremos, de voltear en el Sur las estatuas de Roca - constructor del estado nacional y asegurador de nuestro espacio soberano [...]. Tampoco autoriza a tomar partido, retros pectivamente, por los salvajes contra quienes nos dieron Patria y Cultu ra - la misma cultura que les permite escribir contra ellos". A pesar de todo el artículo trae alguna información relevante, así que ya en 1680 las autoridades acusaban a los pampas de ayudar a los mapuches en su resistencia a los agresores castellanos. Si los estados liberales americanos se constituyeron olvidando la base nativa y realzando la aportación de invasores europeos, a pesar del cariz de la gesta, el liberalismo español perpetró algo parecido potenciando aportaciones romana o griega y ninguneando los cimientos ibéricos. Parecer que aflora en cualquier oportunidad: visitando restos en Sant Julià de Ramis, el arqueólogo sostuvo que la violencia latina fue de tal envergadura (lo que en el museo de Ampurias también llaman pacificación) que neutralizó cualquier resistencia nativa, pero no fue capaz de explicar porque, si ello era así, los romanos les obligaron a construir grandes y aparatosas fortalezas en el interior del imperio. Quienes me conocen y padecen saben de mi machacona obsesión en enfatizar que con harta frecuencia los creadores se aproximan más a la realidad del pasado que nosotros, a la vez que suelen estar dotados de forma soberbia para, con 4 frases, pinceladas o fotogramas, describir situaciones, recrear ámbitos, denunciar abusos, crueldades o falacias y los que siguen son sólo unos pocos ejemplos asidos al azar entre pro ducciones recientes. Ante tanto académico, poca cosa más que la voz de su amo, que se limita a loar al poder, glorificar al sistema o abusar del ditirambo con sus patronos, son gratificantes, estimulantes y espe ranzadoras, respuestas o relatos de quienes jamás se vanagloriarán de intelectuales o científicos. Así, sólo Maruja Torres, contestó, airada y con firmeza, el exabrupto de Almunia sobre Chiapas. Podría cotejarse el desvarío de Comella con el parecer de Haro Tecglen quien, citando el holocausto, añadía de pasada, "tampoco fue Alemania la única que mató judíos, y a los españoles les cabe la vergüenza histórica de haber creado la primera gran expulsión después de la de Palestina; y potros de tortura y hogueras de Inquisición". La cuestión le inquieta pues al día siguiente bromeando con el monumento madrileño a Juan III, enfatizaba, entre otras cosas, "Un día es la reivindicación de Felipe II [...]. La Inquisición también estuvo por el 'pensamiento único': el español era católico o ceniza en la plaza mayor. Los relatos de los autos de fe son escalofriantes; los de las huidas de moriscos y judíos, a los que se les robó todo, dejando atrás a quienes se convertían para salvarse pero que eran objeto de burla, de expedientes, de registros, de torturas: daban una mano de obra esclavista". Y hablando de "Necrologías", y, de pasada, de conmemoraciones, sobre Lorca o el 98, sostiene [puede haber un deseo] "de salvarse de la atroz leyenda negra, cuya principal negrura es que fue verdad y fue feroz, y no la lava todo el Guadalquivir cantando al descubrimiento". El novelista catalán Víctor Mora durante la dictadura fascista se vio obligado a vivir de dibujar cómics, ha publicado cuentos cortos y, en especial una novela de la serie negra, siguiendo la huella de la escuela de California, Dashiell Hammet, Ross Mc Donald o Raymond Chandler, que sobre una trama policial, desmenuza, como sin querer, el actual sistema neoliberal, violento, mafioso, irracional, corrupto hasta lo esperpéntico, así como la carencia de libertad, información, respeto y un cúmulo de cuestiones más. A John Steinbeck letreros con datos históricos en las rutas de USA le recuerdan a Geoffrey de Monmouth que fabricó su Historia de los Reyes Británicos y el invento de genealogías individuales, "A mí esto me parece interesante, pero me hace desconfiar de la historia como registro de la realidad". El lápiz del carpintero de Manuel Rivas,muy bien acogida por la crítica y el público, cita de forma secundaria pero con lujo de detalles, uno de tantos aspectos del pasado reciente que nos han escamoteado, la dantesca, desproporcionada e injustificable canallada fascista contra Galicia en el verano de 1936. También está llena de referencias a ésta en la guerra de España La hora de los valientes, de Antonio Mercero. Y es que es el cine, la creación del siglo por antonomasia, quien proporciona más casos. Quiero mentar primero dos films policiales; L.A. Confidential de Hanson, denuncia pura y cruda de la podredumbre de las cloacas de los cuerpos encargados, es un decir, de la seguridad de los ciudadanos y culpables directos de todo lo contrario, asesinatos, extorsión, robos, abuso de la fuerza, tortura de detenidos, falsificación de pruebas y un largo etcétera; lo que calla la prensa y olvidan los cronistas. Más allá va Lonestar de Sayles, no sólo destapa violencia, atropellos a inmigrantes, excesos de la mal llamada justicia, por añadidura la protagonista femenina, maestra de escuela, alude que del pasado tejano hay, como mínimo, dos versiones, la mexicana y la gringa y en plática entre un oficial y una soldado afro americanos, ésta le recuerda a aquél que el gobierno los utiliza, como carne de cañón barata, para garantizar la continuación de un régimen injusto o, de forma bien indirecta, menciona a los seminola otro grupo cimarrón del que la historia no sabe nada. Amistad de Spilberg, sobre un hecho real, a través de breves pero impactantes imágenes detalla la esclavitud antillana como no sabemos hacerlo nosotros, cacería en Africa, dantesca travesía, con el parto de una mujer encadenada - como lo hicieron tantas víctimas argentinas de la vesania militar - suicidio para no seguir padeciendo, exterminio de parte de la carga, arrojándola por la borda, debido a un error de cálculo al cargar alimentos, bestialización a través de la nutrición, pongo por caso, para deshumanizar a los siervos o parodia de la justicia gringa y desenmascaramiento del engaño sobre soberanía o autonomía del poder judicial. Y dejo como colofón Desmontando a Harry de Woody Allen. Nos habían dicho que los intelectuales debían y podían cuestionar, criticar y contestar los aspectos de nuestra sociedad que lo mereciesen, pero el neoliberalismo es capaz de engullir y neutralizar cualquier reproche o evaluación, por ello se agradecen las excepciones confirmando la regla y mejor si, además, se logra a través de una pieza amena, inteligente, sarcástica y lúdica. Allen no deja títere con cabeza y caricaturiza o bromea con todo aquello que las vestales del orden tienen por venerable o sagrado, amor y familia, dios y religión, arte y letras, matrimonio y paternidad, sexualidad y psicología, ciencia y universidad. Hombres armados, de John Sayles denuncia con bellas imágenes la violencia estatal en un país latinoamericano que, por desgracia, podría ser cualquiera. Barrio, de Fernando León, My name is Joe, de Ken Loach y A la place du coeur, de Robert Guédiguian, informan de lacras perjudicando a tantos desafortunados de los países consumistas del norte, racismo, paro, desmoralización y desesperanza. Pero considero emblemático el alegato de Saramago
al clausurar, Cáceres, el Primer Congreso Iberoamericano de Filosofía:
"El
Descubrimiento no fue un diálogo de culturas, ni un encuentro de
pueblos, fue violencia, depredación y conquista. [...] Fuimos a
corromper las culturas que encontramos, a destruir las civilizaciones que
les habían dado origen. Los primeros que llegaron a América
lo hicieron como descubri dores e inmediatamente pasaron a explotadores.
España y Portugal no son los mayores criminales de la historia,
pero tampoco pueden ser absueltas a cualquier precio. [...] El descubridor
se convierte pronto en intolerante. Descubrimos al otro y lo rechazamos,
al negarnos a admitir que su razón pudiera prevalecer sobre la nuestra.
Y la intolerancia se convierte en un amplio abanico de actitudes que empiezan
en el rechazo a la diferencia, hasta llegar al racismo y la xenofobia".
Propuesta y apuesta
Insisto, diría que la violencia es la pústula emblemática de la sociedad capitalista, y que, por lógica, la más sangrantre es la del poder - por gozar de más potestad - lo que le permite excederse con las personas, directa (a golpe de fuerzas represivas) o indirectamente (cipayos infiltrados en grupos terroristas o fomentando infamias de hinchas de equipos deportivos), con la naturaleza o lo ocurrido. Y, por distorsión profesional, lo que más me inquieta es el perpetrado a la vez con nosotros y con el pasado, mediante la HS. Y el embrollo que más me preocupa es el perpetrado aquí; precisamente por que me agrada y encanta ser catalán, me jode que me engañen imponiéndome corsés y términos a la manera de serlo y que lo hagan sucesores de los mismos padrinos, no en valde le han erigido un busto a su capitoste en la Via Laietana, que en el primer tercio de este siglo recurrieron, primero a pistoleros y luego a militares, para liquidar la arrebatadora propuesta de organizar una cultura antagónica. Afortunadamente son bastantes quienes lo analizan y denuncian. Delgado, en libro sobre la hetereogeneidad cultural de los catalanes, aprovecha para denunciar el sutil racismo disimulado en la presunta defensa de una ilusoria integridad cultural, consiguiendo arremeter contra la óptica inmovilista del nacionalismo esencialista y bregar por el pluralismo, imprescindible teniendo presente que la Cataluña actual la han forjado sedimentos humanos de procedencias diversas, pero con afán de arraigar. Hay capítulos sobre ahuyentados a urbes, diversidad cultural e integración social o un manifiesto, "Nació, cultura i societat a Catalunya", desenmascarando la óptica de la nacionalidad mostrada como permanente, inenarrable y cerrada, propia de todo patrioterismo integrista, y puntualiza que los antropólogos han patentizado que los grupos humanos no se diferencian de los demás por gozar de unas concretas peculiaridades culturales, sino que destacan determinadas características culturales porque quieren sentirse distintos. "Els miratges de la identitat", interesante y ameno, pormenoriza singulares romerías o procesiones de los emigrantes, desvinculadas de las tradiciones originarias o la iglesia oficial e ininteligibles para catalanes de pura cepa; así como el lío urdido por quienes satanizan las fiestas con animales, proclamándolas contrarias a la hortodoxia. Delgado aprovecha la oportunidad criticando de forma demoledora la tarea perpetrada por ideólogos de la etnicidad que sintetizo, pues me parece capital: primero escogen entre materiales culturales existentes para convertir en emblemáticos los que les parecen más apropiados y cocer un concreto proyecto nacional. Luego dan a lo elegido emotividad y significación para provocar adhesión y si no basta, simplemente, se inventan nuevos. El conjunto forma lo que Prat llama "clichés apriorísticos" , estereotipos estandarizados que conforman ideas, opiniones y valores del grupo. Enfatiza Delgado que a la selección e invención - y me parece elemental - debe añadirse el olvido, ocultar, escamotear y borrar aspectos de una cultura vistos incompatibles o inconvenientes. Añade, "Catalunya ha estat escenari privilegiat d'aquests dispositius que fan possible la construcció artificial del passat nacional i de la memòria col.lectiva, a partir de l'apel.lació a un pretèrit adaptat a les necessitats dels ideòlegs de la identitat o, senzillament, falsificat". En "Les figures de l'exclusió", plantea la lógica del fenómeno y elabora una esmerada tipología de aberraciones de todo tipo: prejuicio, racismo biológico o cultural, estigmatización o segregación. Delgado concluye proponiendo un nacionalismo integrador como única alternati va al excluyente o/y annexionista. A mediados diciembre Xavier Antich publicó
"Los
cuatrocientos golpes" en El País, recordando y denunciando las
palizas que mossos de Roses dieron a un magrebí. Decía de
paso que muchos, nacidos en democràcia, "conocen la dictadura
y sus detestables procedimientos sólo por los libros de historia".
Vista
la evolución política de nuestros gobiernos me malicio que
menudearán actos de prepotencia y la versión del franquismo
serà cada vez más edulcorada y a la vez descafeinada.
Lo repito, como a tantos, me desasosiega el neoliberalismo, ya global que, además de despótico, es injusto, represor, alienante y generador de una sociedad materialista, insolidaria, consumista y sin futuro; al ritmo que destruimos el entorno la vida será angustiosa o imposible dentro de pocas décadas, el tirón en la venta de automóviles es incompatible con el usufructo de la atmósfera, lo que sumado al derroche del agua lleva a desertizar el planeta. Ante este callejón sin salida pienso que a historiadores, y a otros currantes de las ciencias humanas, nos incumbe una tarea vital, volver la vista atrás ensayando averiguar cuándo Occidente perdió los papeles o la carta de navegar, y escudriñar sociedades barridas, precisamente, en nombre del progreso y la civilización, para aprender de otras gentes que señorearon la tierra durante medio millón de años vinculados a unas culturas, en el sentido más amplio de la palabra, armónicas en lo interno y con el entorno, no conflictivas, solidarias, comunitarias y, por añadidura, hedonistas y lúdicas, naciones disfrutando de casi el 90% de América antes de la agresión. O rescatar del olvido tantas propuestas alternativas forjadas en todas partes desde la aplastante implantación del capitalismo, las de sociedades cimarronas indianas, tantas que a cada rato descubrimos nuevas, a los ludditas, del socialismo llamado, vete a saber por qué, utópico al movimiento libertario, del zapatismo al guevarismo. Y deseo concluir esta nota reitrando el elogio a los creadores en la figura, otra vez, del último nóbel de literatura, José Saramago, que decía casi finalizando un reportaje, "Acteal fue un episodio más de la terrible tragedia iniciada en 1492 con las invasiones y la conquista. A lo largo de quinientos años, los indígenas [...] anduvieron, por decirlo así, de mano en mano, de la mano del soldado que los mataba a la mano del señor que los explotaba, teniendo por medio la mano de la Iglesia católica, que les cambió unos dioses por otros, aunque no consiguió mudarles el espíritu".
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